Me encanta escuchar una buena canción, porque siento que me transporta a otro mundo, en el que particularmente me siento más inspirado, más motivado, más feliz.
Así que, el poder oír no es solo parte de nuestra capacidad humana, es una bendición que nos conduce a un espacio fuera de esta realidad. Y no es que la realidad sea mala, sino que tiene mucho ruido y nos distrae de cosas más importantes.
Por eso, en nuestro día a día estamos al tanto de lo que escuchamos, pero ignoramos o desconocemos realmente como reaccionamos ante esto, porque no se da a un nivel consciente, no podemos anticipar nuestras respuestas, solo reaccionamos ante ciertos estímulos.
No todos escuchan igual
Seguramente les ha pasado, que han notado que hay alguien en particular que tiene un tono de voz algo irritante; pero, otras personas no creen que ese “tonito” sea molesto, es más bien normal. Esto sucede porque cada quien tiene este canal calibrado de manera diferente y los tonos bajos, medios y fuertes, tienen distintos efectos dependiendo de la persona y el contexto.
Imagina que estás dentro una tienda y un vendedor de una marca conocida trata de ofrecerte uno de sus mejores productos, el ambiente tiene música, pero el sonido es alto y estruendoso. En este caso, tu cerebro tendrá un bloqueo, inmediatamente te pondrás a la defensiva y hasta un poco malhumorado. Aquí vemos como una marca quiere o trata de llegar a un canal sensorial de la forma equivocada.
Marcas que asumen el reto
En nuestros talleres o seminarios tratamos de ser muy explicativos, citamos casos y ejemplos con marcas como Forever 21 o Pull & Bear. Marcas brillantes en este tipo de estrategias sensoriales. Usan la música acorde a su público objetivo, chicos y chicas entre 17 y 28 años. Usan además, un estilo de música llamativo para estos jóvenes, no con el fin de “venderles” sino que buscan “proyectarlos”, quieren que inconscientemente escuchen la canción y digan “me quiero comprar esto para irme de fiesta el fin de semana”
Otro ejemplo muy bueno es el de los supermercados. En lugares como Plaza Vea o Vivanda, se escucha música clásica, algo lenta, tenue y suave, y es que ellos no buscan proyectarte, solo quieren calmarte, que te sientas tranquilo. Lo que esperan es que te “tomes tu tiempo para comprar, sin apuros”. Ellos marcan tu ritmo de consumo.
El sentido auditivo es muy poderoso y las marcas deben de saber llegar a su público de la forma adecuada, para crear su propio ritmo de consumo, en el que sus clientes queden encantados. Existe una diferencia entre oír y escuchar, la primera se remite a nuestra facultad física, la segunda necesita de la voluntad y la disposición que tengamos para oír.
Ahora, ¿tus clientes te escuchan o solo te oyen?